lunes, 2 de julio de 2012

Oliverio Girondo






Llega un momento en que aspiramos a escribir algo peor.


¿Un éxito eventual sería capaz de convencernos de nuestra mediocridad? ¿No tendremos una dosis suficiente de estupidez, como para ser admirados?

Hasta las ideas más optimistas toman un coche fúnebre para pasearse por mi cerebro.


¿Y no basta con abrir los ojos y mirar para convencernos de que la realidad es, en realidad, el más auténtico de los milagros?

Solidario por predestinación y por oficio. Solidario por atavismo, por convencionalismo. Solidario a perpetuidad. Solidario de los insolidarios y solidario de mi propia solidaridad.