domingo, 28 de agosto de 2011

Hermann Hesse




















Hasta donde recuerdo, siempre consideré como función del poeta el recordar, el guardar en palabra lo perecedero, el evocar el pasado a través de la invocación y la descripción llena de amor. Pero debido a la antigua tradición idealista, también se me ha pegado algo de la misión que tiene como maestro o censor o predicado. Sin embargo, siempre me he dejado llevar menos por el sentido de la enseñanza y más por el sentido de exhortar a que se dé alma a la vida.
La reflexión no es investigación o crítica. Sólo es amor. es el estado supremo y más deseable de nuestra alma: amor sin avidez.