Hay una ley de vida, cruel y exacta, que afirma que uno debe crecer o, en caso contrario, pagar más por seguir siendo el mismo.
Hay que ser un artista para entender a otro. Los críticos de arte no se parecen mucho a los grandes pintores.
Siempre sabemos mucho más de lo que pensamos, si no, no podríamos ser escritores.
El liberalismo se basa en una visión optimista del hombre, y el siglo XX no ha confirmado precisamente esa noción.
Cuando un lenguaje se deteriora, se vuelve menos elocuente, menos metafórico, menos notable, empieza a filtrarse una curiosa insensibilización del espíritu humano.
No creo que la vida sea absurda. Creo que todos estamos aquí con un gran propósito... creo que nos estremecemos por la inmensidad del propósito por el que estamos aquí.