jueves, 10 de abril de 2014

Antonin Artaud


















No ha quedado demostrado, ni mucho menos, que el lenguaje de las palabras sea el mejor posible.

Allí donde otros exponen su obra yo sólo pretendo mostrar mi espíritu.

Quisiera hacer un libro que altere a los hombres, que sea como una puerta abierta que los lleve a un lugar al que nadie hubiera consentido en ir, una puerta simplemente ligada con la realidad.

El más pequeño acto de creación espontánea constituye un mundo más complejo y mucho más revelador que cualquier sistema metafísico.

Vivir no es otra cosa que arder en preguntas. No concibo la obra al margen de la vida.

Es grave advertir que después del orden de este mundo hay otro orden.

Todo debe colocarse en un orden casi fulminante.

El mundo es el abismo del alma.


Al asesinar al lenguaje verbal, estamos asesinando al padre de todas nuestras confusiones. Por fin seremos libres. Esto vale no sólo para el teatro. Seremos hombres libres en todo aspecto de nuestra vida.

El río fluye sin descanso ni debilitamiento. Ese ritmo atávico de la vida debe ser pensado no para sustituir la experiencia por una idea sino para intensificar lo vivido.

...Lo real allí es campo de circulación de fuerzas. la estética teatral, o cualquier estética en general, debe pensar únicamente esa experiencia. Para crear las formas de su recuperación e intensificación.

La lógica de lo ilógico produce imágenes. Que no pueden ser reducidas a la racionalidad. La imagen debe permanecer en su condición propia. La imagen que brota desde el sustrato nervioso dimana una razón peculiar, distinta a la del sistema filosófico o científico del logos.

El pensamiento solo recuperará su vitalidad al descender nuevamente al subterráneo y corpóreo tejido nervioso.


El sueño contiene a la muerte, entreabre la riqueza de lo inconsciente. Por lo que el sueño es así acción real que, en la dimensión del espíritu, nos acerca a una percepción de lo más esencial.

...la realización plena y vital es lo que se entrega. Nunca es lo encontrado por algún método.

...el encuentro con lo femenino sólo ocurrirá "transversalmente". La unión con lo que se busca será cuandop el buscador ya no piense en lo que busca.

El amante antes buscaba para poseer; ahora comprende "que el amor es oblicuo, que la vida es oblicua, que el pensamiento es oblicuo, y que todo es oblicuo".

...el animal inteligente que busca pero que no busca buscar; ese es el animal que vive.

...sus pensamientos son hojas bellas, suoerficies planas, sucesiones de núcleos, aglomeraciones de contactos entre los cuales su inteligencia se desliza sin esfuerzo: simplemente va. Porque la inteligencia es eso: soslayarse. ya no se plantea la cuestión de ser fino o delgado y reunirse de lejos, abrazarse, rechazarse, desunirse. Se desliza entre sus estados. Vive. Y en él las cosas giran, como granos en un tamiz.

Donde termina la metafísica se encuentra este amor todo empedrado de carne, todo ardoroso de piedras, nacido en el cielo luego de tantas y tantas vueltas de un grano de mostaza de locura.

Siento que todas las piedras del mundo y el fósforo de la extensión que acarrea mi paso se abren camino a través de mí. Forman las palabras de una sílaba negra en los pastizales de mi cerebro. Tú, Uccello, enseñas a no ser más que una línea y la capa elevada de un secreto.

Para quien me considera, solo reclamo el silencio, pero un silencio intelectual, si me atrevo a decir, y semejante a mi espera crispada.

Existen gritos intelectuales, gritos que provienen de la sutileza de las médulas. Eso es lo que yo llamo Carne. Ya no separo mi pensamiento de mi vida.

...y por encima de todo está la totalidad del nervio. Totalidad que encierra toda la conciencia y los caminos ocultos del espíritu en la carne.

En la carne hay un espíritu, pero un espíritu veloz como el rayo. Y sin embargo, el estremecimiento  de la carne participa de la alta sustancia del espíritu.

Ninguna imagen me satisface. Salvo que no sea al mismo tiempo Conocimiento, que lleve consigo su sustancia junto con su lucidez.

Mi lúcida sinrazón no teme al caos.

Lo que es del dominio de la imagen es irreductible por la razón, y debe permanecer en la imagen , so pena de aniquilarse.

La verdad de la vida radica en la impulsividad de la materia. El espíritu del hombre  está enfermo en medio de los conceptos.

...no me instalo en mi continuidad... lo único que pido es una cosa, que me encierren definitivamente en mi pensamiento.

Se que en el debate actual tengo a mi lado a todos los hombres libres, a todos los revolucionarios verdaderos que piensan que la libertad individual es un bien superior al de cualquier conquista lograda en un plano relativo.

Roland Barthes














Diez razones para escribir

No siendo escribir una actividad normativa ni científica, no puedo decir por qué ni para qué se escribe. Solamente puedo enumerar las razones por las cuales creo que escribo:


1) por una necesidad de placer que, como es sabido, guarda relación con el encanto erótico;

2) porque la escritura descentra el habla, el individuo, la persona, realiza un trabajo cuyo origen es indiscernible;

3) para poner en práctica un "don", satisfacer una actividad distintiva, producir una diferencia;

4) para ser reconocido, gratificado, amado, discutido, confirmado;

5) para cumplir cometidos ideológicos o contra-ideológicos;

6) para obedecer las órdenes terminantes de una tipología secreta, de una distribución combatiente, de una evaluación permanente;

7) para satisfacer a amigos e irritar a enemigos;

8) para contribuir a agrietar el sistema simbólico de nuestra sociedad;

9) para producir sentidos nuevos, es decir, fuerzas nuevas, apoderarse de las cosas de una manera nueva, socavar y cambiar la subyugación de los sentidos;

10) finalmente, y tal como resulta de la multiplicidad y la contradicción deliberadas de estas razones, para desbaratar la idea, el ídolo, el fetiche de la Determinación Única, de la Causa (causalidad y "causa noble"), y acreditar así el valor superior de una actividad pluralista, sin causalidad, finalidad ni generalidad, como lo es el texto mismo.

martes, 8 de abril de 2014

Juan Gelman















La poesía es un árbol sin hojas que da sombra.

La palabra es una herramienta de lucha.

Cada libro es obediencia a una obsesión que buscaba agotarse.

No hay nada que digerir de las ideas de Borges. Solo hay que comprender.

El ojo convertido en lo mirado no se combate más, es dos veces la luz y recibe como ser recibido.

El amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa, y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran.
Hay que aprender a resistir. Ni a irse ni a quedarse, a resistir, aunque es seguro que habrá más penas y olvido.

Pareciera que se ha instalado todo un sistema para recortarnos el espíritu, para convertirnos en tierra fértil de autoritarismos. Y hay una especie de acostumbramiento, que es lo peor que le puede pasar al ser humano: al terrorismo, al genocidio por hambre, a la falta de educación para todo el mundo.


La esperanza es un niño ilegal, inocente, reparte sus volantes, anda contra la sombra.


Y alguna vez condecorarán al poeta por usar palabras como fuego, como sol, como esperanza, entre tanta miseria humana, tanto dolor sin ir más lejos.


Hay períodos de la historia, como el que atravesamos, donde las expectativas de cambio retroceden a zonas pantanosas. Pero la misma historia demuestra que hay flujos y reflujos y que la expectativa vuelve. Todo esto tiene que ver con la utopía. La utopía jamás se cumple, fracasa, pero deja una renovación y la idea imperiosa de retomarla.


Narrando nuestra oscuridad se ve claramente la vida.


La poesía debe ser hecha por todos y no por uno


El único camino es el polvo del camino


Un árbol no crece al pie de su silencio.


La poesía trabaja y nombra lo que no tiene nombre todavía. Esto exige que el poeta despeje caminos en sí que no recorrió antes, que desbroce las malezas de su subjetividad, que no escuche el estrépito de la palabra impuesta, que explore los mil rostros que la vivencia abre en la imaginación, que encuentre la expresión que le dé rostro en la escritura.